Para muchos de los
que fuimos criados en la tradición católica en Costa Rica, las festividades de
inicio de agosto por la conmemoración de la aparición de Nuestra Señora de los
Ángeles y la edificación de un templo en su honor nos sonarán bastante
familiares. Según cuenta la tradición, una imagen de jade y otros materiales,
con características mestizas de aproximadamente 20 centímetros de altura fue encontrada por una indígena
oriunda de lo que hoy es la cuidad de
Cartago un 2 de agosto de 1635.
Después de recogerla, la india de nombre
desconocido pero bautizada como Juana Pereira por Monseñor Manuel Sanabria,
llevó la imagen hasta su casa guardando
la imagen en un cajón de madera para continuar con sus labores diarias. Al día siguiente, Juana regresó a recoger
leña en el mismo lugar donde había encontrado la imagen y se sorprendió al ver
que una imagen exactamente igual a la primera yacía en el mismo lugar donde
encontró la primera.
Al llevar la segunda
imagen a su morada, Juana notó que la primera
imagen no se encontraba en el cajón donde la había guardado y
sorprendiéndose de lo ocurrido, decidió guardar la imagen bajo llave pensando
que alguien la había regresado al bosque
donde la encontró. Para el tercer día Juana regresa al mismo lugar de la
primera vez y la historia se repitió nuevamente.
Juana al ver lo
ocurrido finalmente decide llevar la imagen a un cura local para que este se
quedara con la imagen. Después de que el sacerdote guardara la madona sin prestarle
mucha atención a lo narrado por la joven decide revisarla con más detalle pero
esta vez la incidencia de la desaparición y aparición ya no pudo pasarse por
alto. De ahí que para setiembre de 1824 se declara a la imagen como patrona
oficial de Costa Rica.
Si bien es cierto que
muchas personas saben que no existe ningún documento oficial de la época que
haga constar la veracidad de las apariciones ni tampoco ningún estudio
científico que de su punto de vista acerca de lo divino de la imagen, el culto
por esta figura en particular está bastante arraigado.
Conociendo esta historia desde niño, siempre
me resultó sumamente curioso su innegable parecido a otra leyenda sobre otra
virgen de otro país. Nuestra Señora de Guadalupe en México comparte
características muy parecidas (aparte de una historia de imposición de una
religión extranjera sobre una cultura autóctona) con la historia costarricense.
Ambas imágenes
cuentan con rasgos propios de la población o la cultura de su respectivo país;
para el caso de la versión mexicana, la imagen de Guadalupe está basada en la
diosa azteca Tonantzin mientras que la costarricense
posee rasgos propios de gente mulata (nada común considerando que la mayoría de
representaciones marianas son de rasgos europeos).
En ambos casos las apariciones ocurren a
aborígenes, el indio Juan Diego para el caso de la virgen guadalupana y la
india Juana Pereira para la virgen de los ángeles de los cuales su misma
existencia no está del todo comprobada y es aún debatida (en el caso de
México).
El contexto sociocultural en las que se dieron es
el hecho de mayor peso a la hora de formularme esta opinión ya que para los
siglos XV y XVI la población nativa de américa latina se encontraba aún sanando
del exterminio sistematizado por parte de los colonos españoles, la rivalidad
entre esos dos pueblos aún se podía ver en muchos casos y los indígenas
latinoamericanos se resistían a abandonar su cultura para sustituirla por el
cristianismo invasor.
En el caso de México, las apariciones se dieron
en el año 1531 justo diez años después de que Tenochtitlan cayera a manos
españolas, y, revisando un poco de historia mexicana, notaremos que para ese
tiempo la iglesia católica española cometía los más atroces delitos contra los
aborígenes mexicanos en el nombre de la fe, esto me hace pensar que tomando en
cuenta que la virgen de Guadalupe es basada en una deidad nativa, las
apariciones al indio Juan Diego fueron de algún modo un medio para conciliar,
manipular y atraer adeptos al cristianismo europeo recién instaurado en la
américa latina dando por resultado al país más católico del mundo como lo es
México.
Costa Rica es un país en donde el exterminio
aborigen no fue tan marcado como en norte o sur américa, sin embargo, podemos
decir que los hechos posteriores a las apariciones de la Virgen de los Ángeles
vienen a romper lazos con su pasado colonial al declarar a una versión mariana
mulata como su patrona oficial en una fecha en donde aún estaban frescas las
heridas causadas por la corta guerra civil de 1823 que le costó a Cartago su
título de capital del país.
Viendo estos hechos desde un punto de vista
imparcial y crítico, todo me hace pensar que sumado a la cantidad de
coincidencias entre las dos versiones además de las muchas historias de
apariciones en todo el continente americano (como en Honduras y Colombia), la
historia de Nuestra Señora de los Ángeles es una adaptación de la historia
mexicana y fue hecha con el fin de brindar a al país algo en que creer además
de un poco de identidad nacional (también fue un medio eficaz para limar
asperezas entre colonos y nativos). No olvidemos que Costa Rica es el único
país de Latinoamérica en el cual el catolicismo es la religión oficial del
estado.
Sé que para muchas personas, debatir tan siquiera
la veracidad de la historia de la imagen va a resultarles de muy mal gusto ya
que sin temor a equivocarme en Costa Rica un 98% de sus habitantes profesan la
fe católica y estas dudas molestas (aunque muy racionales) quedan exclusivas a
los pasillos de alguna universidad cualquiera en donde algún profesor de historia o política cualquiera sabe que las cosas en ocasiones no
son como nos las cuentan.
Al fin y al cabo todo parece ser de origen muy
humano y no tan divino.
Para finalizar sugiero al lector que busque otras
fuentes acerca de las historias aquí escritas (lastimosamente acerca de la
Virgen de los Ángeles no hay mucha información de carácter no religioso) para
que se formule un mejor criterio de ambas versiones y no se olvide que lo que
acaba de leer es una opinión de carácter muy personal.
Sugiero el libro “500 años fregados pero
cristianos” (de Eduardo del Río) el cual
me permitió entender plenamente lo que sucedió realmente en América Latina en
tiempos de la colonia.